Preocupación e impotencia en el sector ganadero

Reunión con el Director General de Medio Ambiente

Aunque la incidencia de esta enfermedad viene de antiguo, se viene observando desde 2013 un notable y progresivo incremento de la prevalencia de la tuberculosis bovina en Extremadura, concentrándose no sólo ya en las comarcas con abundancia de caza mayor sino también en otras zonas en las que anteriormente no se había producido tal presencia de animales y explotaciones afectadas.

La evidente relación (confirmada por estudios científicos de la Universidad de Extremadura) de la fauna salvaje –jabalíes y cérvidos- con la propagación de la enfermedad, ha motivado que en repetidas ocasiones nos hayamos dirigido a la Consejería de Agricultura solicitando medidas drásticas que contribuyan a disminuir la población de estos animales mediante cualquier método dentro de la normativa legal y, sobre todo, con menos trabas y condicionantes administrativos para la concesión de los correspondientes permisos. Ya que sería una utopía pretender la caza o eliminación del jabalí de forma libre e ilimitada, que al menos los correspondientes permisos se concedan con mayor facilidad y rapidez, para cualquier época del año y por un periodo suficientemente largo de tiempo.

Sobre todos estos problemas el pasado 23 de febrero dirigimos una carta al Consejero de Agricultura (sin contestación hasta la fecha), en la que le hacíamos ver la gravedad de la situación, que evidentemente no encuentra solución a través de las campañas anuales de saneamiento ganadero. En casi 40 años de actuaciones, no se ha conseguido más que sacrificar vacas año tras año (cuya carne sale además al mercado en condiciones normales), y perjudicar gravemente al ganadero con la inmovilización de animales y las restricciones de ventas, compras y demás movimientos. En dicha carta, también le sugeríamos la ampliación de las zonas de emergencia cinegética a comarcas en las que en 2014 y 2015 ha reaparecido la enfermedad con gran incidencia, exigiendo a la Administración la adopción de todas las medidas que se consideren necesarias para el control de la enfermedad.

Dada la falta de respuesta a nuestro escrito, solicitamos conjuntamente con APAG Extremadura ASAJA, una entrevista con el Director General de Medio Ambiente, celebrándose ésta el 5 de marzo pasado, asistiendo también a la misma el Jefe del Servicio de Caza. A lo largo de la reunión exigimos de nuevo la ampliación de las zonas de emergencia cinegética (en las que teóricamente puede ser más fácil abatir jabalíes), a varios términos en los que la tuberculosis ha ido en aumento: Olivenza, Alconchel, Valverde de Leganés, Trasierra, Fuente del Arco, etc. Se nos contestó que estudiarían de nuevo nuestra petición, insistiendo también por nuestra parte en que la concesión de permisos sea rápida, ilimitada y por amplios periodos de tiempo. En la reunión también se trataron otros temas, como el excesivo celo de los agentes de medio ambiente en cuanto al control e inspección de las podas, con comportamientos autoritarios en numerosas ocasiones; los planes de gestión de las zonas ZEPAS y LIC (ZEC), etc.

Por otro lado, siguiendo el acuerdo de nuestra última Junta Directiva, hemos realizado una entrevista para el periódico HOY (cuya copia adjuntamos a este Boletín), en la que tratamos de alertar a la opinión pública sobre el problema. Asimismo, a través de la cadena COPE hemos aparecido en antena en las noticias regionales en varias ocasiones con este mismo tema.

Esperamos que de una vez por todas y con la presión de todo el sector ganadero se pueda ir tomando conciencia de un problema que, aparte del coste económico a los ganaderos, genera un sacrificio obligatorio de 3 a 5.000 animales cada año en Extremadura, desde la década de los 70, sin que la Administración, estatal y autonómica, adopte otras medidas diferentes del sacrificio obligatorio de los animales positivos.

¿Hasta cuando seguiremos matando vacas como único remedio? ¿Dónde está la I+D aplicada a esta enfermedad?

Son preguntas sin respuesta hasta la fecha, aunque por ahora la batalla habrá que darla, en principio, contra el excesivo proteccionismo cinegético y medioambiental, lamentablemente siempre por encima de las soluciones a favor de la sanidad animal y del desarrollo económico de la región.